Joaquín Felipe Peira pertenece a una generación privilegiada de chefs españoles que desde los años 90 dieron un fuerte impulso a la gastronomía española y madrileña. El chef, considerado una de las voces culinarias más importantes de la restauración capitalina, hace de la tradición, del recuerdo aprendido en los fogones junto a su madre Dña. Pilar, una interpretación inteligente y cuidada. En su cocina, cada ingrediente se expresa en estado puro.

La cocina de Joaquín Felipe es la cocina de Madrid, sus fogones unen las recetas clásicas, tradicionales y en ocasiones humildes, con la vanguardia. Un sinfín de premios por su innovación y dedicación a la cocina y su respeto por la materia prima, un recorrido como chef y asesor por los mejores restaurantes de la capital, sin olvidar quién es y de dónde viene, del aprendizaje con D. Luis Irizar, su maestro y mentor. Ha navegado en barcos grandes, medianos y pequeños, a vela y a motor, remando a veces, con equipos de muchos y pocos, y dejando siempre la piel en cada proyecto, fuera el que fuera. Defiende a ultranza la responsabilidad del cocinero para con el comensal, como agente de la salud pública que es, como formador y transmisor para las nuevas generaciones, como participe y divulgador en el mejor momento de la gastronomía en nuestro país, como que hay que entender el sentido de equilibrio clásico para crear vanguardia, que el prestigio se gana haciendo las cosas bien, con esmero y honestamente.

“Desde mis inicios me volqué personalmente en ser cocinero y además, en ser un buen cocinero, Siempre tendré el compromiso de divulgar lo que yo he aprendido con más de 40 años de oficio. A los clientes les invito a saborear lo mejor del atún, del bacalao, del salmón salvaje, del cerdo ibérico, de las setas y de tantos platos que resumen mi manera de trabajar con una materia prima y unos productos realmente versátiles y de primerísima calidad. Por ello, me convertí y sigo siendo un viajero incansable que se acerca a las huertas, al campo, al mar, a su orilla, donde se encuentran las lonjas, y a sus profundidades, donde faenan los pescadores, para ampliar mis conocimientos y descubrir nuevas elaboraciones y texturas, para en definitiva, sentar la base de una cocina, la mía, que siento como honesta”.